Entre serpientes

 Solo una razón era válida para justificar ese crimen, quería que alguien pagara por lo que sufrí. La utilicé para saciar mis necesidades primitivas y ella me aprovechó para ejercer sus libertades. No hubo mas victimas que nosotros al ignorar las intenciones del otro y no mas culpables que la falsa astucia que pretendimos manejar en contraposición a la mansedumbre.

Lo disfrutamos hasta que en los espejos no vimos mas que serpientes y trampas ratoneras, a partir de ahí era una guerra de poder. Cada movimiento ponía en jaque al oponente y tanto tiempo como espacio dejaron de ser relevantes, porque todas las variables previstas nunca fueron reales.

Me dolió porque me había sentido culpable al ver su mirada dulce caer entre mis garras, me dolió porque me sentí defraudado por mis propias habilidades, me dolió porque me había enamorado de todo lo que me vendió. Me dolió y la apreté tan fuerte que apagó sus gemidos y firmó la rendición.

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